Sobre los contenidos nutricionales que tiene el fruto del aguaje, debo ser honesto en reconocer que a pesar de lo estudiado no creo tanto en otras bondades y generosidades como aquello de que fortalece las nalgas y los pechos de las mujeres. Con esto habrá que imaginarse nada más de cómo estarían de pechugonas o nalgonas esas mujeres que casi a diario, después del almuerzo o a media tarde se sientan frente a una bandeja de aguajes del tipo shambo para comerlos “sin medida ni clemencia” acompañados de azúcar o sal, tal es la costumbre en la Amazonía del Perú.
Los que razonan de esta manera han llevado al aguaje a la industria de la cosmetología y a través de ella han comercializado el tema produciendo capsulas con contenidos generosos del aguaje y apelan a tantos argumentos derivados de los estudios tan menudos que se han seguido a las riquezas nutricionales y hormonales de esta fruta, a la que los selváticos comemos con tanto afán pero sin sentirlo expresando el desprecio, al escupir las cascaritas que retiramos, antes de engullirnos el mesocarpio a veces carnoso de color amarillo o anaranjado.
De acuerdo a lo que describen algunos estudiosos, nuestro aguaje es un moderador de la figura femenina, debido a que se encontró entre sus contenidos una presencia importante de sitosterol que al parecer pueden ser precursores de hormonas femeninas del tipo progestágenos. Pero esto no confirma mucho o en casi nada sus bendiciones nutricionales, ya que los que fabrican y comercializan cápsulas de aguaje dicen que éstas pueden hacer realidad el aumento del tamaño de los senos, perder la vellosidad de la piel y aumentar la belleza femenina.
La insistencia por resaltar las bondades del aguaje hace que se diga que es bueno para la menopausia, osteoporosis, para responder por la deficiencia de estrógenos, ya que dicen que posee hormonas femeninas como los fitoestrógenos, razón por la que muchos atribuyen al aguaje la belleza y exuberancia de las mujeres de la selva peruana, quienes la consumen con regularidad. Apreciación sin mucho sustento científico, similar a aquella interpretación equivocada de “las charapitas calientes”, en cuya visión no se alcanza por voluptuosa analogía a los varones consumidores del aguaje.
Se dice que los varones que consumen esta fruta no se afectan con esta rara exuberancia, pues las fitohormonas, sólo son reconocidas por los receptores hormonales específicos abundantes en los tejidos femeninos, pero bastante escasos en el sexo masculino.
Existe una gran adicción al consumo del aguaje en todas sus presentaciones y formas por parte de los hombres amazónicos, no significando con esto que sus caracterizaciones y comportamientos sexuales se vean afectados por la presencia de la mentada hormona femenina.
Marginando este –desde mi particular punto de vista- equivocado concepto, el aguaje sigue siendo una fruta apreciada, agradable y emblemática de los hombres y mujeres de la selva y en los actuales momentos de los pobladores de otras latitudes del planeta. Y con la seguridad de lo que digo, ahora mismo y sin temor de poner en riesgo mi masculinidad, camino a la esquina más caracterizada de Yurimaguas para servirme una bolsa con deliciosos frutos del aguaje con el agregado de unos cuantos granos de sal. Provecho.
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